Salté el abismo
hacia tu risa,
salté deprisa
sin preguntar,
si era a mi
a quien se abría
esa sonrisa
de par en par.
Y en ese vuelo
hollé la dicha,
y en cada brillo
de tu mirar.
Nadé entre nubes,
ardí entre fuegos,
y entre tus dedos
tejí mi piel,
bebí del viento
que te rodea,
y ante tus ojos
creí nacer.
Salté deprisa,
sin preguntar
si tenía alas
para volar.
Ese es el vuelo perfecto, aquél en el que saltas porque todas las preguntas sobran…carecen de sentido.
El Amor siempre termina por morir cuando empezamos a hacer preguntas y tratando de razonar los sentimientos…
¡Un abrazo, amigo!
Es un verdadero placer mirar el rostro de tus letras y ver una ventana abierta a la verdad que anida en tu corazón, amigo. Si el amor es el pegamento que funde almas, el razonamiento las diluye entre la lógica y la coherencia, que sí, serán muy racionales, pero dejan helado el corazón.
Un abrazo bien grande.