Poesía

Roja Escarlata

Acércate,dijo la rosa;
brilló su reflejo al Sol,
rojo, purpúreo, cardenal,
del rocío de la mañana.

Acércate, me trajo el viento,
susurrando las palabras,
meciendo la luz del sol,
recién estrenada el alba.

Acércate, dijo su piel,
roja pasión, rosa de fuego,
y al final yo me acerqué,
pétalos, tallo, espinas y cielo.

Néctar de su fuente manó,
mientras su talle abracé.
Clavóse en mi cada espina,
grabando a fuego en mi piel
con letras de rojo escarlata,
conjuros de rojas verdades,
sin medias tintas; puras, mordaces.

El fragor de su poder, su voz,
atronó mi alma.
Mis inútiles ropajes
de penas y pesadumbres,
tristezas y frías sombras,
olvidos que aún no olvidé,
sus espinas violentaron,
poderosas, imbatibles,
invictas, curtidas mil,
en mil ganadas batallas,
que encienden la roja mecha,
sin saber qué les aguarda.

Acércate, me trajo el viento,
dibujado en su mirada.
Allí fui yo, temerario,
para beber con mi piel,
gotas de intenso rocío,
en cada espina del tallo.

Y si marcado quedé,
fue porque garras tenía,
fuerza, poder, vida, ira,
el rojo león de su piel
de terciopelo escarlata.

Quien no quiera heridas sabe,
que hay jardines sin espinas,
bellos, blancos y radiantes,
de melosas voces medidas,
donde el Sol cede a la noche,
lo que el día siempre esquiva.

Mas prefiero yo heridas,
que por dentro me van sanando,
y el fuego en una mirada,
que encienda a su vez la mía.


One comment on “Roja Escarlata

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

trece + 19 =